¿Qué sucedería si envías a tres blogueros de moda a Camboya para trabajar en la industria textil?
Esto es precisamente lo que se planteó el año pasado el reality show noruego Sweat Shop. Normalmente es oir la palabra “reality” y salgo por patas, pero creo que en casos como este se pueden sacar enseñanzas interesantes. De hecho, este reality ha dado que pensar y ha hecho que el tema de la moda sostenible se ponga aun vez más sobre la mesa.
El programa, que se emitió en el medio noruego Aftenposten (en este link pueden verse todos los capítulos subtitulados en español), causó tal conmoción que el tema llegó al parlamento.
En “Sweat Shop: deadly fashion”, se muestra la historia de tres jóvenes noruegos, Anniken, Frida y Ludwig, que estuvieron un mes en Camboya viviendo en las mismas condiciones que las trabajadoras textiles de las fábricas en las que se producen las prendas que ellos analizaban en sus blogs. El resultado, como se ve en el trailer, cambió sus conciencias para siempre:
De bloguera a trabajadora textil por unos días
De hecho, la joven bloguera de moda Anniken Jørgensen nunca volvió a ser la misma. A sus 17 años pasó de poder gastarse 600 euros al mes en ropa a tener que invertir los seis dólares que gana en un día en comida: «esa chaqueta sería el sueldo de un año«.
Anniken, horrorizada por las condiciones de trabajo de los camboyanos, emprendió una cruzada contra estos gigantes textiles. Entre ellos está H&M, que incluso se reunió con Anniken para limar asperezas.
Pero la joven les puso contra las cuerdas y tras la reunión, que calificó de esperpéntica debido a la falta de datos y estadísticas por parte de la compañía sueca, salió aún más reforzada en su opinión. La falta de apoyo por parte del periódico que emitió el programa, Aftenposten, tampoco la amilanó.
Según comenta en una entrevista a eldiario.es, “Noté que a la gente de Aftenposten no les gustó nada que mencionara a H&M en las entrevistas. Luego la productora nos volvió a llamar para decirnos que no mencionáramos más a la empresa porque podíamos provocarles. ¡Pero eso era justo lo que yo quería!”
Anniken ha aclarado en varias ocasiones que las imágenes de Sweat Shop no son de fábricas de H&M.
Su denuncia, en cambio, surgió al hablar detrás de las cámaras con gente que sí trabaja indirectamente para la compañía, y cuyos testimonios resultaron estremecedores para la joven. «Hablamos con trabajadores de H&M que se cubrían la cara en las grabaciones por miedo a perder sus trabajos«.
«H&M reconoció que el salario de estos trabajadores es muy bajo y, tal y como me escribieron en un email, las condiciones en las que desarrollan su labor no son óptimas. ¿No debería ser esto suficiente?”, se lamenta Anniken.
El drama de Camboya
Camboya es un país en el que la industria textil es el principal motor económico del país gracias a una mano de obra barata de la que, según la ONG “Campaña Ropa Limpia”, sacan tajada cadenas como H&M, GAP, Levi Strauss & Co, Adidas y Target.
Según denuncia el estudio Shop ’til they drop, el salario mínimo para los trabajadores del textil en este país asiático ronda los 80 dólares, una cantidad inferior a lo aconsejable para cubrir las necesidades básicas de salud y alimentación. Además, los contratos son siempre temporales para evitar que los trabajadores se afilien a sindicatos, en cuyo caso no son renovados.
Este experimento social en forma de reality show no deja de ser un espectáculo y no ha estado exento de críticas.
No obstante, creo que es positivo que un programa de televisión nos saque los colores como sociedad y nos haga replantearnos nuestros hábitos a nivel individual.
Está claro que es muy difícil, por no decir casi imposible, salir de la rueda de consumo, y más en el mundo de la moda, donde vemos normal comprar camisetas por tres euros, como si de hamburguesas del McDonalds se trataran.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Pero cada vez hay más conciencia y más alternativas. Desde mi punto de vista, hay que ir implantando cambios y mejoras en nuestro estilo de vida poco a poco y sin atormentarnos, empezando por las áreas que estén más a nuestro alcance o que más nos resuenen.
No tiene sentido coger toda nuestra ropa barata y tirarla a la basura en un arranque de odio (entre otras cosas, porque no es sostenible ni responsable).
El concepto de Buycott
Pero podemos empezar por no comprar tan compulsivamente y, cuando sea posible, apostar por empresas que den un salario justo a sus trabajadores.
Este planteamiento se conoce como consumo de acción política, y en su variante positiva se llama buycott o compra de afirmación positiva.
No, no me he vuelto loca al deletrear porque no es lo mismo que el boicot: mientras este se centra en dejar de apoyar a marcas con comportamientos social o medioambientalmente irresponsables, el lema del buycott podría ser “Donde ponemos nuestro dinero, ponemos nuestra energía”.
Es decir, que se centra en un consumo basado en consideraciones sociales o éticas.
Un buen ejemplo, y uno de los más populares, es el Comercio Justo. Vamos, que el boicot y el buycott (la palabreja se las trae, lo sé) son dos caras de una misma moneda, que comparten objetivos pero no medios.
En resumen, no hay olvidar que en este mundo globalizado e interconectado los consumidores tenemos más poder de lo que nos pensamos, aunque nos intenten hacer creer lo contrario.
Que se lo digan sino a Anniken, que pasó de bloguera fashion sin conciencia social a activista de la moda.
Gracias a su despertar y a su valentía ha conseguido un cambio, y su voz ha llegado ya a Estados Unidos, como comentaba hace unos días en su blog, emocionada. Y aunque ese cambio simplemente hubiera sido acojonar a un gigante de la industria textil, ya es para ponerse de pie y aplaudir.
¿Qué te parece el documental Sweat Shop?¿Has emprendido algún cambio en tu forma de consumir últimamente? Si llevas tiempo con ganas de simplificar tu armario, seguramente también te interese este artículo.
Me he visto varios capítulos antes de comentar, creo que si todos tuviéramos los ojos un poco más abiertos las cosas serían diferentes, yo por mi parte hace unos meses que vivo una vida más minimalista y sin ropa en tres armarios se vive igual de bien.
Me ha gustado el blog, así que no te sorprendas de verme más seguido por aquí.
¡Hola Camila! Tienes toda la razón, yo estoy en el mismo proceso de ensayos, pruebas, aciertos y errores para simplificar, y me he dado cuenta de que se puede vivir con menos cosas y ser igual de feliz (¡o incluso más!). Me hace mogollón de ilu que estés cómoda por aquí :) ¡Gracias por tu comentario, un abrazo!
Me gustó el blog. Me gustaría comentar, que, aunque el sueldo no lo es todo para que
un trabajador se sienta conforme en una empresa, si es un factor vital
y también es un compromiso importante para la empresa, saber asignar sueldos justos.
Mil gracias por los conocimientos.
¡Totalmente de acuerdo, Kimberly! Gracias por pasarte por aquí