Vale, lo admito. Hoy ha sido el día en el que me he reconocido a mí misma que me estaba autoengañando con el tema de los propósitos de año nuevo. Iba muy convencida toda yo, diciéndome que ya no me hago este tipo de promesas que que voy a abandonar en diez días, que las listas de resoluciones no van a ninguna parte y que mejor vivir a lo loco.
Al fin y al cabo, el cambio de año es algo cultural, y no biológico. Lo más probable es que, por mucho que te empeñes, tu cuerpo se despierte el día 1 de enero exactamente igual que el 31 de diciembre del año anterior. La única diferencia entre esos dos días es la que te impones tú, con tu fuerza de voluntad, tus ganas de cambio y tus deseos de mejorar. Que ojo, no deben ser para nada subestimados, pues nuestras mentes tienen mucho más poder de lo que pensamos si sabemos cómo inclinarlas a nuestro favor.
Soy de las que piensa que mola aprovechar el cambio de año para reflexionar sobre los doce meses pasados y reajustar el rumbo si es necesario, pero como bien sabéis siempre he renegado un poco de tanta lista y propósito porque algunos me agobiaban y otros me parecían absurdos. Los clásicos de “a partir de ahora voy tener la casa impecable” o “hoy empiezo mi dieta crudívora estricta” hacen que me nazca una media sonrisa en los labios mientras pienso en lo poco que iban a tardar esas promesas en coger polvo en un cajón.
Pero en el fondo…¿de qué sirve no hacer listas si en realidad las tienes en tu mente? Creo que casi es peor pensar en listas de cosas que hacer que escribirlas en el papel, porque a la presión de tachar tareas cumplidas se añade la de acordarte de todo lo que se supone que quieres/debes hacer. Y eso es precisamente lo que estaba haciendo yo: creyéndome mi estrategia de no-propósitos cuando en realidad estaba poniendo una presión añadida sobre mis hombros.
Al final, lo único que hacía era pensar en los cursos que quiero hacer, las cosas que quiero terminar o los cambios que quiero llevar a cabo. Y todo eso creaba una nube densa en mi cabeza que me llevaba a la famosa parálisis por análisis. La definición gráfica perfecta sería ésta:
Pero por suerte, hoy he conseguido darme cuenta del jueguecito que se trae mi cabeza. Y también he recordado que si nuestra vida está a rebosar (de objetos, compromisos, hábitos y deberes) no dejamos espacio para que entre lo nuevo, lo bueno y lo que realmente deseamos.
Esto sucede a nivel físico, pero también energético. Imagínate un armario repleto de ropa vieja, que no tiras porque quizá algún día te sea de utilidad, porque quizá adelgaces o engordes esos dos kilitos o porque “la dejo para estar por casa”. ¿Crees que en ese armario hay espacio para esas prendas nuevas que tanto deseas? ¡Es que ni la ropa misma tendría ganas de entrar en esa leonera!
Parece un ejemplo un poco frívolo, pero lo encuentro muy gráfico y se puede extrapolar a cualquier faceta de tu vida.
La conclusión es sencilla: para conseguir lo que deseamos tenemos que crear espacio para ello. Ya sea liberando nuestra agenda, nuestra casa, nuestro armario o nuestra cabeza. Necesitamos tiempo libre, tiempo para jugar, tiempo para ser y no solo para hacer. Necesitamos espacio: en nuestra casa, en nuestro armario, en nuestras Bandejas de Entrada, en nuestra mirada. Los ingleses lo llaman “white space”. Solo el nombre ya evoca una sensación de paz y tranquilidad, ¿no te parece?
Así que con este objetivo en mente me voy a permitir hacer una sola lista, una lista que me ayude a crear ese espacio en blanco que tanto necesito para liberar mi cabeza.
Voy a hacer una lista de lo que NO voy a hacer.
Una lista para regalarme tiempo y espacio. Quizá te ayude a ti también:
1. NO voy a seguir acumulando trastos que no necesito.
Una vez más, me parece que es el momento de deshacerme de todo lo que no sea necesario y de darle una segunda lectura al libro de Marie Kondo, La Magia del Orden. Y sobre todo, de tener cuidado en las rebajas ;)
“Muchos de nosotros nos gastamos dinero que no tenemos en comprar cosas que no necesitamos, para impresionar a gente que no nos gusta” (Ken Blanchard)
2. NO voy a compararme con los demás.
Decía Mark Twain (o al menos eso creemos) que la comparación es la muerte de la felicidad. Cada persona es diferente, y además, todo el mundo tiene sus problemas, los muestre o no, los veamos o no. Así que pensar que lo ajeno siempre es mejor es una visión muy limitante y poco creíble de la realidad. Si quieres competir contra alguien, mejor que sea contigo mismo. Saca a relucir tu mejor versión y déjate de mamarrachadas.
3. NO voy a pretender que todo esté y sea perfecto.
“En el fondo, el perfeccionismo no viene del amor al detalle. Viene del miedo. Miedo a equivocarse. Miedo a decepcionar a los demás. Miedo al fracaso. Miedo al éxito” (Michael Law)
4. Voy a permitirme decir NO.
Decir NO a compromisos o actividades que no me apetezcan o que no me aporten nada (obviamente, hay que barrer y fregar los platos aunque de perezón…pero ya me entiendes).
El objetivo: liberar nuestra agenda. El acto de priorizar nos regala más tiempo y energía para acometer lo que realmente nos importa y nos llena.
Tengo un truco para esto: cuando te propongan algún plan o actividad que no sea inmediato, en lugar de decir que sí y luego arrepentirte cuando llegue el momento, piensa que tienes que hacerlo hoy mismo. Si te sigue apeteciendo, ¡la respuesta es un sí rotundo!
5. NO me voy a permitir agotarme física y mentalmente.
Hay una expresión en inglés, “to burn the candle at both ends”, que ilustra muy bien esta negación del descanso que impera en nuestra sociedad. Y se suele decir que si quemamos nuestra vela por los dos extremos, como dice esta expresión, nos quedaremos a oscuras. Mejor explicado, imposible.
Y tú, ¿cómo llevas el tema de los propósitos de año nuevo?¿Qué vas a hacer en esta nueva etapa para liberarte? ¡Te toca!
He llegado a este post através de Mamen de Universo FLow, y no puede haberme gustado más! encima me siento súper identificada con ello, porque hasta hace bien poco yo era de esas personas que iba como pollo sin cabeza…hasta mi cuerpo, mi mente y mi alma dijeron basta.
Claro que el cambio no está siendo fácil…
Me suscribo pero ya!
Un beso.
Bueno Mónica, ya sabes de sobra que eres bienvenidísima! Esa sensación del pollo sin cabeza me suena pero que muucho, de hecho sigo batallando con ella de vez en cuando…suerte que cada vez aparece menos por aquí ;) Un besote, ¡seguimos en contacto!
Qué razón tienes, si es que al final no dejamos de acumular, ya sean objetos, obligaciones o sueños.
Vaciar el cajón de cada compartimento para poder ver de qué lo queremos llenar, esa es la actitud! Me encanta.
Mis propósitos de año nuevo los plasmé en un post hace unos días y decidí basarlos en el «ser» en lugar de en «hacer» porque considero que los cambios más significativos ocurren de dentro a fuera y es, además, el mejor modo de tener la motivación para atacar nuevos proyectos cuando se presenten.
Si te apetece ver el giro que le dí a las famosas resoluciones puedes verlo aquí:
http://www.slowlou.com/2015/12/intenciones-ano-nuevo-ser-en-lugar-de-hacer.html
Como siempre, un artículo genial, gran trabajo!
Lou
Buenísimo artículo Paula! Qué falta nos hace hacer espacio para dejar entrar lo que realmente queremos… Yo estoy en modo dejar espacio total! haha, la necesidad de detoxificar emocionalmente me ha llevado a detoxificar alimentariamente + intensificar los ejercicios de meditación+yoga (kundalini :))… así que hay trabajo haha! Me encanta lo que escribes, sigue así y da noticias de cómo te van las prácticas del yoga, haces kundalini también no? un abrazooo :)
Hola Paula!
Buena vuelta de tuerca a las resoluciones, me recuerdan al No cumpleaños de Alicia :-) A veces creo que estamos sincronizadas jeje o que me ves desde un agujerito.
Este año he decidido que será el año de la vulnerabilidad para mí porque he descubierto que es la manera auténtica de conectar. Y por eso, me he comprometido hace unos días a darme espacio y tiempo para digerir y ser. Algo de verdad difícil para mí, algo que me hace sentirme vulnerable de muchas maneras.
Como tú misma dices, desde algún rincón de mi mente me llegan presiones. Creo que lo bonito e importante en cualquier resolución es tener en cuenta qué harás para tratarte bien cuando no lo cumplas, cuando falles o se te olvide. Y yo he decidido tratarme como a una niña que explora, apreciar mi libertad y el hecho de que crear y experimentar requieren del fallo y de la imperfección para fluir.
Para mí la mayor forma de darme espacio y tiempo es descansando, durmiendo. Llevo toda la vida durmiendo poco y he decidido que ya está bien… ¿qué te parece?
Mañana publico mi visión sobre los propósitos relacionados con el cuerpo (y el acoso del biquini) y hablo sobre lo que he aprendido del yoga. Me encantaría saber qué te parece :-)
Por cierto, Sarah Andersen es genial!
Un abrazo